Aunque no lo veamos

El lunes me trajo un poco de alivio, luego de un fin de semana de mucho stress. Cuando uno vive momentos como el que me está tocando vivir, se revaloran y rearman muchas de las prioridades de nuestra rutina. Las cosas cambian sustancialmente su peso específico. Lo que uno tiene asegurado cada día empieza a temblequear y entonces uno se vuelve a dar cuenta, o vuelve a tomar conciencia, de cuánto vale y cuánto importa.

Y es ahí en donde también aparecen los que siempre están. En las buenas, pero sobre todo en las malas. Los que sólo se sientan al lado tuyo. Sin decir nada. Acompañando el momento. Esos que no hace falta que te digan el remanido "para cualquier cosa, eh"... No hace falta. Vos sabés que están y estarán siempre. Aunque se olviden de llamar para un cumpleaños o te dejen clavado con el asado del domingo porque el sábado salieron de joda y no se levantaron... y encima se habían olvidado. Pero en las difíciles, ahí estarán. Sin que los llames. Y sin decir nada. En silencio nomás. Mirando la tele al lado tuyo.

Les dejo las mismas fotos pedorras de siempre para que no las miren.