Un verdadero problema

El sábado fue uno de esos días en los cuales a uno le gustaría poder dividirse en partes y estar en más de un lugar al mismo tiempo. Esos días en que la cantidad de actividades atractivas para hacer son más que las que el tiempo y el físico te permiten. Esos en que te perdés de un montón de cosas que te gustan, por hacer un montón de cosas que te gustan.

O sea. No hice nada que no quisiera. No hice nada que no me gustara. Pero dejé de hacer cosas que quería hacer. A la mañana, 10:30 hs. para ser más precisos, tenía que jugar al futbol y Martín, mi hijo menor, rendía examen de Taekwon-Do. Misma hora. Diferentes lugares. Obviamente opté por la segunda y disfruté de mi hijo pasando a Cinturón Verde.

A la tarde, era el cumpleaños de mi mamá. Y seguido, en el mismo lugar, se festejaba el mío. Pero también era el encuentro Flashero en Antares. Y debo decir que, pese a que la pasé bárbaro, y recibí muchos regalos (tema para otra entrada: ¿si no hay fiesta, hay regalos?), debo reconocer que una parte mía quería estar en Antares.

Bueno, deberé trabajar en el desdoblamiento corporal para que esto no me vuelva a suceder.

Les dejo las fotos.