El análisis de la Cenicienta...de una Shegua.

Había una vez…
Había una vez alguien muy pero muy, muy turro que insistía con la misma idea y lo peor de todo es ¡¡¡que a nosotras nos encantaba!!!
Yo, que no puedo sustraerme de mi línea conspirativa de pensamiento, creo que era una manera de prepararnos para el futuro:

- "Vos limpiá nomás, que el día que aparezca el coso ese del sombrero con plumita, capita y con pantaloncitos de gay, te salvás para toda la cosecha" ...

Y nosotras, muy inocentes, seguíamos plumereando a lo loco.
Analicemos.

1. Cenicienta, además de haber tenido la desgracia de perder a sus padres (sin contar que el corrrrto del padre se casó en segundas nupcias con una turra más mala que Moria enojada), era flor de boluda. ¿Nunca se le ocurrió reclamar su parte de la herencia y mandarse a mudar? ¿Nunca la tentó la posibilidad de afanarse algunas joyas de las parientastras y tomarse el buque? O de última si se la pasaba limpiando ir a laburar cama adentro a lo de la Susana. Y no me vengan con la opresión femenina, porque para la misma época Blancanieves, por salvar el pellejo, se había ido a vivir al bosque y no con uno, ni con dos... ¡¡¡sino con siete enanos!!!
2. Las hermanastras y su madre eran simplemente cortas. ¿Cómo no la van a reconocer por más vestido de Jorge Ibañez que le haya conseguido el hada y zapatitos de Riki Zarkany? A menos que la varita hiciera cirugías plásticas, cosa que no consta en los libros.
3. El príncipe debía ser flor de bagarto. No se me ocurre otro motivo por el cual el padre debiera organizarle un baile para conseguirle una mina... No estamos hablando de un Sastrecillo Valiente piojoso, ni de un emo tristón. El tipo era príncipe...y si Carlos (el de Inglaterra y o el marido de Maxima) se pueden rebuscar solos, éste o era el monstruo del pantano o medio tarambana (y miren que para ser más fuleros que los mencionados precedentemente ¡¡¡hay que ser DE TERRORRRR!!!).
4. El Rey estaba más loco que una cabra... mirá que proponerle al pibe que se case con la primera "a la que le entre el zapato"... O estaba desesperado por sacárselo de encima o quería desterrar los chismes de que el coso ese azul se la comía como pitufo vanidoso.
   

Como verán, todos los personajes de la historia están al borde (no voy a analizar el tema del hada madrina, porque no existe), conformando un cuento que, sólo nosotras podíamos escuchar una y otra vez sin poner en duda la salud mental del relator.

Ahora bien... la moraleja de Blancanieves era: "desconfía de los espejos parlantes" o "no comas manzanas"... la de Caperucita: "no comas nietas y abuelas en el mismo almuerzo" (dieta disociada para lobos) o bien "no agarres la colectora para ir a lo de tu abuela o el lobo a parte de comerte te emperna", o "porque en vez de mandar a la nena sola por el bosque, ¡no vas vos yegua!".
¿Cuál es la de La Cenicienta? "Callate y seguí limpiando" o “si seguis hablando con ratones y pensando que los zapallos son carrozas te van a internar como a Charly”. Cenicienta es el paradigma de los finales felices, que consisten en conseguir un cachivache con plata. Todas las mujeres se pasaron la vida esperando al sujeto azul que viniera a salvarles las papas. La solución mágica, la respuesta a las plegarias antiplumero... En cambio los varones, meta Tarzán, Supermán, Caballeros de la mesa redonda, o sea una vida interesante que no dependía de ninguna señorita de la limpieza ni de ningún patético "hado padrino" que les convirtiera los zapallos en BMW... a mí no me jodan, eso es un lavado de cabeza, una programación neurolinguistíca para futuras “príncipedependientes”.
Yo propongo empezar a contarles a las niñas del nuevo siglo, más historias de Mafalda, que psicopateadas de huérfanas fregonas a la espera de bagartos de la realeza y mágicas varitas casamenteras. Viejo ... ¡¡¡que la magia, pasa por otro lado!!!

Y ahora me voy, porque las lauchas dicen que hay una calabaza estacionada en la puerta.