La frase de la semana

Estaría buenísimo que antes de irnos a la cama, la vida nos preguntara si deseamos guardar los cambios.

lunes, 17 de mayo de 2010

El móvil de Hansel y Gretel

Anoche le contaba a la Nina un cuento infantil muy famoso, el Hansel y Gretel de los hermanos Grimm. En el momento más tenebroso de la aventura los niños descubren que unos pájaros se han comido las estratégicas bolitas de pan, un sistema muy simple que los hermanitos habían ideado para regresar a casa. Hansel y Gretel se descubren solos en el bosque, perdidos, y comienza a anochecer. Mi hija me dice, justo en ese punto de clímax narrativo: “No importa. Que lo llamen al papá por el móvil”.

Yo entonces pensé, por primera vez, que mi hija no tiene una noción de la vida ajena a la telefonía inalámbrica. Y al mismo tiempo descubrí qué espantosa resultaría la literatura –toda ella, en general– si el teléfono móvil hubiera existido siempre, como cree mi hija de cuatro años. Cuántos clásicos habrían perdido su nudo dramático, cuántas tramas hubieran muerto antes de nacer, y sobre todo qué fácil se habrían solucionado los intríngulis más célebres de las grandes historias de ficción.

Piense el lector, ahora mismo, en una historia clásica, en cualquiera que se le ocurra. Desde la Odisea hasta Pinocho, pasando por El viejo y el mar, Macbeth, El hombre de la esquina rosada o La familia de Pascual Duarte. No importa si el argumento es elevado o popular, no importa la época ni la geografía. Piense el lector, ahora mismo, en una historia clásica que conozca al dedillo, con introducción, con nudo y con desenlace.

¿Ya está?

Muy bien. Ahora ponga un teléfono móvil en el bolsillo del protagonista. No un viejo aparato negro empotrado en una pared, sino un teléfono como los que existen hoy: con cobertura, con conexión a correo electrónico y chat, con saldo para enviar mensajes de texto y con la posibilidad de realizar llamadas internacionales cuatribanda.

¿Qué pasa con la historia elegida? ¿Funciona la trama como una seda, ahora que los personajes pueden llamarse desde cualquier sitio, ahora que tienen la opción de chatear, generar videoconferencias y enviarse mensajes de texto? ¿Verdad que no funciona un carajo?

La Nina, sin darse cuenta, me abrió anoche la puerta a una teoría espeluznante: la telefonía inalámbrica va a hacer añicos las nuevas historias que narremos, las convertirá en anécdotas tecnológicas de calidad menor.

Con un teléfono en las manos, por ejemplo, Penélope ya no espera con incertidumbre a que el guerrero Ulises regrese del combate.

Con un móvil en la canasta, Caperucita alerta a la abuela a tiempo y la llegada del leñador no es necesaria.

Con telefonito, el Coronel sí tiene quién le escriba algún mensaje, aunque fuese spam.

Y Tom Sawyer no se pierde en el Mississippi, gracias al servicio de localización de personas de Telefónica.

Y el chanchito de la casa de madera le avisa a su hermano que el lobo está yendo para allí.

Y Gepetto recibe un alerta de la escuela, avisando que Pinocho no llegó por la mañana.

Un enorme porcentaje de las historias escritas (o cantadas, o representadas) en los veinte siglos que anteceden al actual, han tenido como principal fuente de conflicto la distancia, el desencuentro y la incomunicación. Han podido existir gracias a la ausencia de telefonía móvil.

Ninguna historia de amor, por ejemplo, habría sido trágica o complicada, si los amantes esquivos hubieran tenido un teléfono en el bolsillo de la camisa. La historia romántica por excelencia (Romeo y Julieta, de Shakespeare) basa toda su tensión dramática final en una incomunicación
fortuita: la amante finge un suicidio, el enamorado la cree muerta y se mata, y entonces ella, al despertar, se suicida de verdad.

Si Julieta hubiese tenido teléfono móvil, le habría escrito un mensajito de texto a Romeo en el capítulo seis:

M HGO LA MUERTA,
PERO NO STOY MUERTA.
NO T PRCUPES NI
HGAS IDIOTCES. BSO.

Y todo el grandísimo problemón dramático de los capítulos siguientes se habría evaporado. Las últimas cuarenta páginas de la obra no tendrían gollete, no se hubieran escrito nunca, si en la Verona del siglo catorce hubiera existido la promoción “Banda ancha móvil” de Movistar.

Muchas obras importantes, además, habrían tenido que cambiar su nombre por otros más adecuados. La tecnología, por ejemplo, habría desterrado por completo la soledad en Macondo y entonces la novela de García Márquez se llamaría “Cien años sin conexión”: narraría las aventuras de una familia en donde todos tienen el mismo nick (buendia23, a.buendia, aureliano_goodmorning) pero a nadie le funciona el Messenger.

La famosa novela de James M. Cain –El cartero llama dos veces– escrita en 1934 y llevada más tarde al cine, se llamaría “El Gmail me duplica los correos entrantes” y versaría sobre un marido cornudo que descubre (leyendo el historial de chat de su esposa) el romance de la joven adúltera con un forastero de malvivir.

Samuel Beckett habría tenido que cambiar el nombre de su famosa tragicomedia en dos actos por un título más acorde a los avances técnicos. Por ejemplo, “Godot tiene el teléfono apagado o está fuera del área de cobertura”, la historia de dos hombres que esperan, en un páramo, la llegada de un tercero que no aparece nunca o que se quedó sin saldo.

En la obra “El jotapegé de Dorian Gray”, Oscar Wilde contaría la historia de un joven que se mantiene siempre lozano y sin arrugas, en virtud a un pacto con Adobe Photoshop, mientras que en la carpeta Images de su teléfono una foto de su rostro se pixela sin remedio, paulatinamente, hasta perder definición.

La bruja del clásico Blancanieves no consultaría todas las noches al espejo sobre “quién es la mujer más bella del mundo”, porque el costo por llamada del oráculo sería de $1,90 la conexión y $0,60 el minuto; se contentaría con preguntarlo una o dos veces al mes. Y al final se cansaría.

También nosotros nos cansaríamos, nos aburriríamos, con estas historias de solución automática. Todas las intrigas, los secretos y los destiempos de la literatura (los grandes obstáculos que siempre generaron las grandes tramas) fracasarían en la era de la telefonía móvil y del wifi.

Todo ese maravilloso cine romántico en el que, al final, el muchacho corre como loco por la ciudad, a contra reloj, porque su amada está a punto de tomar un avión, se soluciona hoy con un SMS de cuatro líneas.

Ya no hay ese apuro cursi, ese remordimiento, aquella explicación que nunca llega; no hay que detener a los aviones ni cruzar los mares. No hay que dejar bolitas de pan en el bosque para recordar el camino de regreso a casa.

La telefonía inalámbrica –vino a decirme anoche la Nina, sin querer– nos va a entorpecer las historias que contemos de ahora en adelante. Las hará más tristes, menos sosegadas, mucho más predecibles.

Y me pregunto, ¿no estará acaso ocurriendo lo mismo con la vida real, no estaremos privándonos de aventuras novelescas por culpa de la conexión permanente? ¿Alguno de nosotros, alguna vez, correrá desesperado al aeropuerto para decirle a la mujer que ama que no suba a ese avión, que la vida es aquí y ahora?

No. Le enviaremos un mensaje de texto lastimoso, un mensaje breve desde el sofá. Cuatro líneas con mayúsculas. Quizá le haremos una llamada perdida, y cruzaremos los dedos para que ella, la mujer amada, no tenga su telefonito en modo vibrador. ¿Para qué hacer el esfuerzo de vivir al borde de la aventura, si algo siempre nos va a interrumpir la incertidumbre? Una llamada a tiempo, un mensaje binario, una alarma.

Nuestro cielo ya está infectado de señales y secretos: cuidado que el duque está yendo allí para matarte, ojo que la manzana está envenenada, no vuelvo esta noche a casa porque he bebido, si le das un beso a la muchacha se despierta y te ama. Papá, ven a buscarnos que unos pájaros se han comido las migas de pan.

Nuestras tramas están perdiendo el brillo –las escritas, las vividas, incluso las imaginadas– porque nos hemos convertido en héroes perezosos.

Este post es parte del blog: Orsai - http://orsai.es/

27 comentarios:

Funkytorino dijo...

PUTO EL QUE LEE.

Sheller dijo...

Y muy puto el que lo escribe

Sheller dijo...

Buenos días. Espero que tengan buena semana. Felicitaciones a los de Argentinos Juniors

Charly dijo...

Buenos días a todos, que tengamos una buena semana.

Valu dijo...

Muyyyy buenos dias!!


RAFAEL NADAL CAMPEON
Masters de Madrid

VAAAAMOSSS RAFAAAAAAAA

Valu dijo...

18 títulos ATP World Tour Masters 1000

VAMOSSSSSSSSSSSSSSSSS

Yo Ni Cash dijo...

buenos dias a todos.

Agustin dijo...

Gata, estás por acá?

Papá por siempre... dijo...

Hola Sergio, Valu, Nene, Gata, Pitu, Charly.


Felicitaciones a los hinchas del Bicho. Campeonato muy merecido. Igual, por favor, no endiosemos a Borghi.

También felicitaciones a los hinchas de Estudiantes y a los de Godoy Cruz. Muy meritorio lo hecho.

Y, aunque me duela admitirlo, lo del Rafa de ayer, y de las últimas semanas, es realmente notable. También mis felicitaciones para el manacorí y su más ferviente seguidora.

Anónimo dijo...

borgi es un capo


todos aca son putos



y todos-as

me



LA






F
U
M
A
N

Funkytorino dijo...

Buen dia la bandeja.

Papá por siempre... dijo...

Hola Funky.

Funkytorino dijo...

Caché Mario.

Poco movimiento hoy ¿eh?

beatle dijo...

Buenos días.

Felicitaciones a la AAAJ. Me alegro por Caldera, un fenómeno.

Papá por siempre... dijo...

Hola Beatle.

Sí, otro lunes apático, Funky.

Charly dijo...

Vení Funkyto, sobamne la gaita


Hola Valuuu, Nene, Catw, Rene, Mario

Beat, ayudale a Funky, que no puede solo.



Y Anitaaaaa?????

beatle dijo...

Escabiame la bocha Ingalls

Funkytorino dijo...

Charleta, haceme un solo que quena un rato...

Papá por siempre... dijo...

¿Sobamne? ¿Qué es? ¿Sobar solemnemente?



¿Un solo que quena? ¿O un solo que quema?


¿Sos Tacha disfrazado?

Agustin dijo...

Argentina, gata vueltera...Argentina,

Charly dijo...

Mario querido, los hinchas de River podemos perder un partido 5 a 1 y también escribir como se nos antoje el reverendo orto.

Ojo que hay varios de éstos reverendos predicando por el mundo.

Por ejemplo, el reverendo de Funky, está muy caminado y ojeroso pero siempre está en busca de nuevos hombres a quién entregar toda su experiencia de vida.

Funkytorino dijo...

Nonononono, un solo de quena.

Papá por siempre... dijo...

Ah... Entonces lo tuyo no es dequeísmo sino quepordeísmo...

Sargento Dodó unplugged dijo...

Bueno, una gata sarnosa y maloliente que pregunta por mi ya hace que mi día sea realmente especial...

Buenas tardes.

Y la entrada, muy buena. Creo que de las mejores que leí. Y, valga la analogía, con un mensaje interesante.

Papá por siempre... dijo...

Hola Dodo.

Yo creo que, de todas las maneras, los escritores le hubieran encontrado la vuelta de tuerca a los cuentos, novelas, tragedias, etc. Esas situaciones se siguen repitiendo en las novelas de hoy. Basta haberse quedado sin crédito, sin batería, sin señal, haber perdido el celular, dejarlo apagado, habérselo olvidado, etc., etc.

beatle dijo...

Qué carajo están haciendo que no postean???

beatle dijo...

...y me fuí