¿Iguales o distintos?

Lo que me llevó a escribir esta entrada fue enterarme, y lo hice a través de fotos que vi publicadas en Facebook, de que mi hijo está de novio. El menor de mis hijos. El que todavía tiene 12. Resulta que aparece etiquetado en una foto en donde le está dando un hermoso beso a una chica.

Y entonces me puse a analizar lo que yo, como padre, sentía ante esa situación. Y lo diferente que fue la misma respecto a cuando me enteré que mi hija (actualmente 15, pero en ese entonces 13), tenía cuando pasó por idéntico acontecimiento: el primer noviazgo. Hablo, en ambos casos, de noviazgos medianamente serios para chicos de esa edad.

Y la verdad, tengo que admitirlo, es que no siento lo mismo que aquella vez. En esa oportunidad, si bien me puse contento por ella, me invadieron un montón de miedos y preocupaciones respecto a ella. ¿Sabrá manejar las situaciones? ¿podrá poner los limites que tiene que poner? ¿se cuidará correctamente llegado el caso? ¿La lastimarán? En cambio ahora estoy mucho más relajado respecto a esta nueva situación.

Evidentemente, más allá de los mensajes acerca de la igualdad de género persisten, al menos en mi, un montón de preconceptos y estigmas que marcan que hay diferencia entre los sexos. SOMOS DISTINTOS. Y estoy hablando en mi opinión. Sentimos distinto. Nos involucramos de forma diferente. Nos protegemos diferente. Nos entregamos diferente.

No pretendo decir de qué manera es mejor. Sólo marcar que somos distintos.

Antes que me salten a la garganta las chicas, les digo que esto no tiene que ver con la igualdad de oportunidades, y otras consideraciones. Sostengo, simplemente, que somos distintos.