Fumar ya no excita

No hace muchos años, un hombre que se preciara de serlo tenía que fumar. El cigarro ha sido durante generaciones un sinónimo de masculinidad y dureza en el varón; y curiosamente de feminidad y sensualidad en la mujer. Atrás quedan Bogard y Desayuno con diamantes, y no tan atrás el vaquero de Marlboro galopando hasta el amanecer con un cigarrillo en su boca.

Los tiempos cambian, y aunque los primeros cigarrillos tienen mucho de rito iniciático hacia el mundo adulto, cada vez pierden un poco más de peso. Quizá porque se ha puesto de moda lo sano y saludable, o quizá también porque nos han dado donde más duele, en el sexo.

Una afamada campaña de prevención en los EEUU ha empleado el símil con uno de los famosos vaqueros de Marlboro (por cierto: uno de ellos murió de cáncer de pulmón) y la impotencia. A la evidencia de que el tabaco puede provocar enfermedades coronarias y apoplejías se une ahora la impotencia. El otro día leí un estudio que indicaba que la mitad de los fumadores frecuentes parecen impotencia. No sé si resulta excesivo pero lo cierto es que, esta vez, han dado donde duele.

Les dejo las fotos.