Los numerillos

En esta vida, ya desde pequeños, los números –en cualquiera de sus usos– tienen una importancia sustancial en nuestras historias. Tenemos sobrada cantidad de ejemplos: de movida, apenas nacemos, nos realizan el Apgar; el neonatólogo te tortura con un par de pruebas y te califica: 5, 8, 9 ó 10. Más adelante debemos padecer las amonestaciones, las notas en el boletín escolar, después las de la secundaria y finalmente aquellas de la libreta universitaria. Sumemos a lo anterior el interés que le ponemos a las tablas de posiciones en los campeonatos deportivos, la puntuación de cada jugador, la cantidad de estrellas que califican a una película, obra de teatro, un libro o un disco y el número de tenedores en los restaurantes. ¿Quieren más? Hoy no existe programa de tele alguno sin el respaldo de los números de Ibope. Ni hablar de las minas o los tipos: “La novia de Federico está 9 puntos” o “Me presentaron un zapato, le pongo 4 puntos sólo porque tenía un buen auto”.

Supermercados, líneas aéreas, tarjetas de crédito, y varios rubros más, te seducen con un montón de promos de acuerdo a la totalidad de puntos que tenés acumulados.

Indudablemente este tipo de valoraciones, con el correr de los años, va generando una presión importante y nos delinea un espíritu altamente competitivo… o sea, nos convierte en unos tremendos jodidos del orto.

Cuando escucho ciertos diálogos comienzo a entender a Paenza y su insistencia de darle pelota a los numeritos, esos que gobiernan el mundo:

—Hola, ¿cómo andás?
—Yo ya no ando, me empujan... ¿vos?
—Ahora de 10, estoy yendo a Garkarino a comprar un 40 pulgadas en 50 cuotas.
—¿Te vas de vacaciones?
—Sí, a Brasil, a un hotel 5 estrellas. ¿Vos?
—Te envidio, yo no puedo. Mi nene se cayó de la bici y le dieron 9 puntos de sutura en el marulo. Además pinté la casa, me rompieron el 7 y quedé en 0.
—¡Qué cagada!
—¿Dónde pasás el 24?
—En la casa de mi suegra, en el 11.
—¿Y el 31?
—En el country de mi cuñado, allá por la 202.
—Acordate que el 22 cumple 50 años el 4 de copas de Roberto.
—Sí, ya sé, ese turro que sale con una pendeja de 18. ¡Ah!, no le compres nada porque Tito está juntando para el regalo, hay que poner un 100.
—Por desgracia no puedo comer mucho porque me operé de la vesícula, me sacaron 3 cálculos.
—A mí 4 el año pasado.
—¡Uhh! ¿Estás en auto?
—No, me tomo el 132.
—Me rajo. Llamame de vez en cuando, te paso mi nuevo movi: 1526003179.
—Está buenísimo el celu. ¿cuánto lo pagaste?
—Canjeé 800 puntos y 200 pesos puse yo.
—¡Che, qué mal Boca!
—Y qué querés, si el 2 y el 6 son un desastre.

Aviso que publiqué hoy porque ayer fue martes 13. Chau, los dejo, me voy a jugar 20 mangos al 53 a la cabeza.

Este post es parte del blog: Almacén Gillespi - http://weblogs.clarin.com/almacen/