Conversaciones de Navidad

“No es el regalo, es saber que pensaste en mí” suelta la chica que va al lado mío en el subte. Lo dice en tono suave, como avergonzada de tener que hacer semejante aclaración, y parecería también sin intención de herir, sino más bien expresando milimétricamente lo que siente. Y yo imagino que la frase traspasa el celular y va directo al corazón de vaya a saber qué impávido del otro lado, ahora seguro tratando de argüir alguna respuesta o, con un poco de suerte, en silencio y boquiabierto porque la flecha llegó con la desilusión suficiente, por fin, a destino.

Es que un regalo puede ser muchas cosas pero sobre todo es un amuleto que encierra la intención del otro, es la prueba irrefutable de un tiempo que se nos dedica.

Claro que no me refiero al regalo que está más cerca de lo que le sobra a los shoppings que del trabajo de observación cotidiana y disponibilidad que implica conocer a alguien lo suficiente. Me refiero a hacer un regalo, es decir, pensarlo para alguien en particular y dar algo en lo que concluyen muchas cosas más allá de lo que se da.

Un pasaje a Praga, un libro o un dibujo pueden ser lo mismo, porque un regalo ubica todas las cosas en el mismo lugar: el terreno de la sorpresa y de la dedicación.

Yo imagino al otro buscándolo, eligiéndolo, comprándolo y en el mejor de los casos hasta haciéndolo. Un regalo es una señal de cuánto el otro nos conoce o cree hacerlo, es una ofrenda que forma parte de vincularnos; porque así como nuestro cariño no se agota en el hecho de hacerlo sentir y a veces necesitamos las palabras para reforzarlo, algo similar sucede con los gestos y los regalos, son todos distintos planos donde podemos decir algo.

Yo regalo con y sin motivo y espero regalos porque en realidad espero sorpresas, espero la ofrenda que me diga esto lo pensé para vos, esto quiero que lo veas entre tus cosas, esto quiero que lo tengas cerca, que te acompañe, esto me hizo acordar a vos, esto sé que te hace ilusión, o sé que esto te da un poco de miedo pero percibo que si alguien te lo acerca eso puede cambiar, o esto sólo lo entendemos nosotros dos, o en definitiva lo que dicen casi todos los regalos en mayor o menor medida: te quiero.

Este post es parte del blog: Flor de loca