LA QUE TE PONE LAS MONEDAS: A veces, pasa que el colectivo está lleno. Y está tan tan tan lleno que no se puede ni llegar a la máquina de las monedas: Quedás como en la entradita, en la situación de una visita indeseable atendida en el zaguán (“Ah, sí, esperame acá que ahora te traigo la plata”). De bronca, ni siquiera tomás la iniciativa de pedir el boleto: “Ya que me dejan acá, ya que me hacen este desaire entonces que me lleven gratis”. Lamentablemente el chofer no opina lo mismo y te pregunta “¿de cuánto?” y la humillación es completa. Hace su aparición entonces una señora que se quedó encajetada al lado de la máquina –el concepto de “correrse para el interior” es para ella una quimera–, que muy servicialmente se ofrece a ir colocando las monedas que vos le pasás. Nace así un oficio nuevo, totalmente vocacional y levemente innecesario, pero que bien podría existir, uno de esos oficios de mentirita, como el acomodador o el cortador de boletos, o el maitre o la azafata o todo eso junto pero del colectivo: “El mete-monedas”. Desde luego, su emprendimiento es por completo inútil: sería más provechoso para toda la comunidad que hiciera el esfuerzo de irse para el fondo. Pero es la ACTITUD, la “onda”, el gesto de autopostularse para esa tarea –porque después ya queda, después ya está instalado que ELLA le tiene que poner las monedas a tooodo el que sube e incluso no se anima a dejar vacante la posición, pensando “¿y quién va a realizar esta tarea si yo me voy?”, llegando a pasarse decenas de cuadras de su destino original– lo que hace su existencia un bálsamo en este mundo de individualismo y eficiencia fría.
Suele ser: Una señora sumisa y jubilada o un oficinista medio petiso.
Su contracara: Una señora de mandíbulas enérgicas que trabaja de suegra, o un obrero con muy mala onda, que se quedan al lado de la máquina pero no te meten ni una moneda, y si los rozás te miran feo.
EL “ABRECAMINOS”: Muuuy de vez en cuando, el colectivo está repleto de gente y no cabe ni un alfiler. Pero a veces las gentes de altura normal logramos pispear por sobre el bosque de cabecitas y descubrimos que allá, más o menos por el medio o por el fondo, hay un poco de lugar. No digo que sea como para poner una carpa. Pero de golpe hay lugar como para mover los codos, como para no clavarle la punta de la mochila en las costillas al de al lado, como para no estar intercambiando fluidos constantemente. Lamentablemente, ocurre entonces que te topás con una muralla de gente que no sabe andar en colectivo, que le da miedo moverse y adopta cierta actitud de muralla humana y parece que hasta aquí llegamos, lo que resulta muy triste.
Es entonces que aparece un muchacho muy dinámico, lleno de vida, resolución y garra, y por medio de pecheos, codazos, cara de orto y mucha energía va abriéndose paso, como un rompehielos de carne, entre los boludos esos que no se quieren mover, y allí es cuando uno aprovecha esa Fuerza de la Naturaleza para pasar también y llegar a las Tierras Altas. El “Abrecaminos” entonces es un verdadero servidor público, que suple con un cóctel de bravuconería y anabólicos nuestra completa falta de carácter.
Suele ser: Un tatuador o un cadete con mucha mala onda.
Su contracara: Un estudiante de carrera humanística muy débil que le pedís por favor que se mueva o avance pero el tipo pispea un poquito y te dice que “no se puede, no se puede”.
“LA SEÑO”: Pasa a veces, muy de vez en cuando, que uno se toma un colectivo pero no sabe dónde se tiene que bajar. Lleva instrucciones mentales de esas que no se entienden: “Vas a ver que por izquierda hay un Coto, ahí entonces en el tercer semáforo pasás la vía y vas a ver una avenida, bah, una calle grande, no sé si es una avenida, de este lado se llama Grandeoli y del otro
Gral. Balbastro, y a mano derecha vas a ver una rotonda con un coso del Gauchito Gil y ahí pasás un descampado y hacés diez, veinte, treinta y cinco minutos y te bajás”. Y es de noche y estamos en terreno desconocido y afuera no se ve ni Coto, ni rotonda ni Gauchito Gil alguno y supuestamente nos espera una parrillada. Entonces le preguntamos a un tipo: “¿Torterolo sabés
cuál es? ¿Torterolo al 23.000?”, y el tipo se hace el que piensa y después balbucea cosas aún más confusas que las instrucciones que llevamos anotadas en la cabeza. Desesperación y soledad.
Hace entonces su aparición mágica y espontánea un tercero, que SÍ sabe dónde es, que sabe exactamente dónde es la parada y que nos dice “Yo te aviso”. A partir de ahí esta persona es como que nos adopta. Se convierte en una figura parental, de protector, de paladín o maestra jardinera que se hace responsable de nuestro bienestar y nuestra correcta llegada mientras estemos bajo su área de influencia. No se nos pegotea, para no inquietarnos; no es que está loca y que después nos va a pedir el número de teléfono, no, es una persona buena y honesta que sólo quiere ayudarnos y desde su puesto cada tanto nos mira y hace un movimiento de cabeza tranquilizador como diciendo “falta, falta, quedate piola que yo te aviso”. Una parada antes, nos toca el hombro y nos dice “es la próxima”; y aunque no hace falta, llegada la parada final, redunda “es ésta”. Agradecemos, nos bajamos, y todavía la “Seño” se ocupa de despedirnos del colectivo con una sonrisa benevolente.
Suele ser: Un trabajador especializado de cincuenta años o una señora medio tilinga pero muy amable y venida a menos, profesora de inglés.
Su contracara: Un nabo que te dice que te va a avisar y después se olvida, o te dice todo mal.
EL “BAJANTE”: No sé, a mí me contaron, capaz que a ustedes no, qué sé yo, pero a veces ocurre que el colectivo está lleno, lleno de gente. No de pelotitas de ping pong, de gente. Bueno, escuchate esta que no la vas a poder creer, a veces cuando pasa eso, ¡te querés sentar! Sí, gordi, es la pura. Es como yo te digo. Pero claro, ocurre que cuando la gente está sentada, no te da el asiento a menos que seas una embarazada, cosa que ocurre con muy poca frecuencia. PERO, hay una ocasión en la que la persona que ocupa el asiento te lo ofrece; y es cuando se baja. El que se baja o “Bajante”, entonces, se convierte en el mejor amigo que puede tener un pasajero parado de colectivo. Nuestra amistad es efímera –porque el tipo se baja– pero intensa, y nuestros sentimientos hacia él son de puro amor y gratitud. Lo queremos mucho. Por supuesto, aclaremos que no hace falta decirles nada ni recompensarlos en forma alguna. Bah, qué sé yo, tampoco es que nos está haciendo un favor, ¡el tipo justo se tenía que bajar! No es que haya que hacerle un monumento ni nada de eso. Pero eso no invalida la utilidad intrínseca de este pasajero.
Suele ser: Cualquiera. Todo el mundo se baja alguna vez, una vez por viaje como mínimo. Como mucho cada dos viajes, ponele.
Su contracara: Un tarado que trabaja en marketing o alguna boludez así, que no está seguro de dónde va y cada tanto amaga que se va a bajar, con lo que nos sube la adrenalina, tratando de “reservar” el asiento mentalmente. Al final resulta que se baja después que nosotros.
Este post es parte del blog: Yo contra el mundo - http://weblogs.clarin.com/podeti/
Suele ser: Una señora sumisa y jubilada o un oficinista medio petiso.
Su contracara: Una señora de mandíbulas enérgicas que trabaja de suegra, o un obrero con muy mala onda, que se quedan al lado de la máquina pero no te meten ni una moneda, y si los rozás te miran feo.
EL “ABRECAMINOS”: Muuuy de vez en cuando, el colectivo está repleto de gente y no cabe ni un alfiler. Pero a veces las gentes de altura normal logramos pispear por sobre el bosque de cabecitas y descubrimos que allá, más o menos por el medio o por el fondo, hay un poco de lugar. No digo que sea como para poner una carpa. Pero de golpe hay lugar como para mover los codos, como para no clavarle la punta de la mochila en las costillas al de al lado, como para no estar intercambiando fluidos constantemente. Lamentablemente, ocurre entonces que te topás con una muralla de gente que no sabe andar en colectivo, que le da miedo moverse y adopta cierta actitud de muralla humana y parece que hasta aquí llegamos, lo que resulta muy triste.
Es entonces que aparece un muchacho muy dinámico, lleno de vida, resolución y garra, y por medio de pecheos, codazos, cara de orto y mucha energía va abriéndose paso, como un rompehielos de carne, entre los boludos esos que no se quieren mover, y allí es cuando uno aprovecha esa Fuerza de la Naturaleza para pasar también y llegar a las Tierras Altas. El “Abrecaminos” entonces es un verdadero servidor público, que suple con un cóctel de bravuconería y anabólicos nuestra completa falta de carácter.
Suele ser: Un tatuador o un cadete con mucha mala onda.
Su contracara: Un estudiante de carrera humanística muy débil que le pedís por favor que se mueva o avance pero el tipo pispea un poquito y te dice que “no se puede, no se puede”.
“LA SEÑO”: Pasa a veces, muy de vez en cuando, que uno se toma un colectivo pero no sabe dónde se tiene que bajar. Lleva instrucciones mentales de esas que no se entienden: “Vas a ver que por izquierda hay un Coto, ahí entonces en el tercer semáforo pasás la vía y vas a ver una avenida, bah, una calle grande, no sé si es una avenida, de este lado se llama Grandeoli y del otro
Gral. Balbastro, y a mano derecha vas a ver una rotonda con un coso del Gauchito Gil y ahí pasás un descampado y hacés diez, veinte, treinta y cinco minutos y te bajás”. Y es de noche y estamos en terreno desconocido y afuera no se ve ni Coto, ni rotonda ni Gauchito Gil alguno y supuestamente nos espera una parrillada. Entonces le preguntamos a un tipo: “¿Torterolo sabés
cuál es? ¿Torterolo al 23.000?”, y el tipo se hace el que piensa y después balbucea cosas aún más confusas que las instrucciones que llevamos anotadas en la cabeza. Desesperación y soledad.
Hace entonces su aparición mágica y espontánea un tercero, que SÍ sabe dónde es, que sabe exactamente dónde es la parada y que nos dice “Yo te aviso”. A partir de ahí esta persona es como que nos adopta. Se convierte en una figura parental, de protector, de paladín o maestra jardinera que se hace responsable de nuestro bienestar y nuestra correcta llegada mientras estemos bajo su área de influencia. No se nos pegotea, para no inquietarnos; no es que está loca y que después nos va a pedir el número de teléfono, no, es una persona buena y honesta que sólo quiere ayudarnos y desde su puesto cada tanto nos mira y hace un movimiento de cabeza tranquilizador como diciendo “falta, falta, quedate piola que yo te aviso”. Una parada antes, nos toca el hombro y nos dice “es la próxima”; y aunque no hace falta, llegada la parada final, redunda “es ésta”. Agradecemos, nos bajamos, y todavía la “Seño” se ocupa de despedirnos del colectivo con una sonrisa benevolente.
Suele ser: Un trabajador especializado de cincuenta años o una señora medio tilinga pero muy amable y venida a menos, profesora de inglés.
Su contracara: Un nabo que te dice que te va a avisar y después se olvida, o te dice todo mal.
EL “BAJANTE”: No sé, a mí me contaron, capaz que a ustedes no, qué sé yo, pero a veces ocurre que el colectivo está lleno, lleno de gente. No de pelotitas de ping pong, de gente. Bueno, escuchate esta que no la vas a poder creer, a veces cuando pasa eso, ¡te querés sentar! Sí, gordi, es la pura. Es como yo te digo. Pero claro, ocurre que cuando la gente está sentada, no te da el asiento a menos que seas una embarazada, cosa que ocurre con muy poca frecuencia. PERO, hay una ocasión en la que la persona que ocupa el asiento te lo ofrece; y es cuando se baja. El que se baja o “Bajante”, entonces, se convierte en el mejor amigo que puede tener un pasajero parado de colectivo. Nuestra amistad es efímera –porque el tipo se baja– pero intensa, y nuestros sentimientos hacia él son de puro amor y gratitud. Lo queremos mucho. Por supuesto, aclaremos que no hace falta decirles nada ni recompensarlos en forma alguna. Bah, qué sé yo, tampoco es que nos está haciendo un favor, ¡el tipo justo se tenía que bajar! No es que haya que hacerle un monumento ni nada de eso. Pero eso no invalida la utilidad intrínseca de este pasajero.
Suele ser: Cualquiera. Todo el mundo se baja alguna vez, una vez por viaje como mínimo. Como mucho cada dos viajes, ponele.
Su contracara: Un tarado que trabaja en marketing o alguna boludez así, que no está seguro de dónde va y cada tanto amaga que se va a bajar, con lo que nos sube la adrenalina, tratando de “reservar” el asiento mentalmente. Al final resulta que se baja después que nosotros.
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44 comentarios:
Buenas noches. Tengo muchio sueñito
Buenos días. Salgo para la oficina.
Corriéndose al interior que en el fondo hay lugar!!!!
Corriendose al interior?
Jamas escuché eso! Ademas estaria mal expresado ya que uno ya está en el interior.
Lo que sí escucho es el AL FONDO QUE HAY LUGAAAAR!!!
Buena entrada... el abre caminos es genial... @no se puede, no se puede @
Buenos y lluviosos días
Buen día!
No es bueno venir con pantalón blanco y ver que se largó a llover...
Sergito
Renato
Ninito
Me voy a una capacitación... nos vemos en un rato.
Hola Sergio, Abelairas, Charly.
Agrego un par de antihéroes:
1) El que una vez que está frente a la máquina, ya le dijo al chofer hasta donde iba y observa el importe en el visor de la máquina, recién se acuerda que tiene que buscar en la cartera de la dama o el bolsillo del caballero las monedas correspondientes que le reclama la máquina, demorando una eternidad en cumplir tan sencilla operación, mientras uno está colgado del estribo y el chofer lo apura para cerrar la puerta. ¿Es tan difícil subir al colectivo con las monedas en la mano?
2) Salvo algunos (como el suscripto o las mujeres muy bien dotadas) la anatomía de la mayoría de los seres humanos indica que el espacio que se ocupa de perfil es significativamente menor que la silueta de frente. A pesar de esto, muchos insisten en mandarse de frente march, arrastrando carteras, codos, espaldas y cuanta parte anatómica asoma en el pasillo.
3) Los adolescentes (y no tanto) que suben con sus voluminosas mochilas colgadas de sus espaldas y las mantienen allí, ocupando el espacio correspondiente a dos personas en el pasillo, dando pie a algunas de las situaciones explicadas en la entrada.
4) Una persona que, hace poco más de un año, anunció la implementación de la tarjeta magnética en los colectivos y hasta ahora cumplió solamente en el 2 ó 3% del total de vehículos de la ciudad de Buenos Aires, y mucho menos si incluimos a los del Gran Buenos Aires. No me puedo acordar el nombre, maldita memoria. ¿Ustedes saben quién es?
Hola Ana. No, no es buena idea. Por Mataderos no llueve pero hace un rato sonó un fuerte trueno.
Muyyyy buenos dias!!!!
Ayyy por Diosss! Odio la gente que quiere sacar boleto cuando viaja apretado a la puerta!! yo no saco boleto hasta que no llego a la maquina! que tanto!
cuando me dicen "¿me sacás?" "NO,
el chofer entiende que estas viajando mal y que vas a sacar el boleto cuando llegues a la maquina"
AHHHHHHHHH
Masters de Indian Wells 2010, Octavos de final Vs John Isner
VAMOSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
RAFAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!
Beatle:
los pantaloncitos del RAFA estan barbaros! no digas boludeces!
envidoso! jaja
Ahhhhhhh la maceta de la 8 no se puede creer...
¿Dos días sin venir y me dejan este quilombo? Pero la puta madre, son peores que los pendejos, carajo mierda.
Jajaja, la foto de las mascotas porongueras de Bitle es mortal.
Aca, el boleto tiene un solo valor. Punto.
Depende la cantidad de boletos que compras, te dan un descuento.
Con un solo boleto y sabiendo hacer las combinaciones, te podes pasar todo el dia viajando y haciendo las combinaciones y te recorres la ciudad de norte a sur y de este a oeste.
Podes hacer un cambio de un colectivo a otro, del subte al colectivo y visceversa. Podes llegar en automovil a la estacion del subway, dejas tu automovil y subis al subway y te moves por toda la ciudad.
Los choferes aqui no tocan el dinero ni los tockens (una moneditas como las que habia en el subte en bsas) o el equivalente en efectivo.
Si subis a un bus y no tenes un ticket, un token o el metropass tenes que pagar en efectivo y si no tenes el cambio justo (la fare) que ahora es adult 3.00 dolares, child 2.00 dolares y ninio 0.75 centavos, pagaras cinco dolares que es el billete para arriba o cuatro dolares con dos twnnies o un dolar por el ninio, cambio no hay.
El driver te va anunciando que parada viene y por lo general son muy gentiles, pero ultimamente han cambiado un poco... para bajar debes vos accionar la puerta parandote en el primer estribo...
Acá, si no tenés monedas, no viajás.
¿De qué ciudad estás hablando, Nene? Nunca diste precisiones. Sabemos que estás en la Canadá angloparlante, pero hasta ahí.
Buen día para todos
Valu!!! apareciste!!! cómo andás?
Además de muy bala, son horribles esos bermudas
Muy buena la entrada, faltó la Poy: señora de 50 años que, muy conchuda, se encuentra en perfecto estado de salud tanto físico como mental, y que al ver que todos los asientos se encuentran ocupados, se arroja cuál Aldo Pedro(delantero de Rosario Central de la década del 70) en su memorable y reiterada palomita contra Newell's, para lograr que quién va sentado le obsequie gentilmente el asiento con tal de que la vieja no vuelva a tirarse encima o no le vuelva a encajar un carterazo en la sabiola cuando el colectivo frena simulando que no se puede sostener en pié.
Hola Valu, Beatle.
El enemigo de todos estos héroes, es la vieja de mierda que estuvo 45 minutos parada esperando el 60 y cuando aparece (obviamente que te preguntó si el 60 era el que venía...y pasaron 163 bondis en ese lapso) se sube primera, llega a la maquinita y ahí, justo ahí se acuerda de que tiene las monedas en el monedero que está en algún lugar (casi seguramente al fondo) del bolso de 80 litros que tiene colgando del hombro. Empieza el periplo.
En un momento el monedero alcanza la mano de la vieja chota y es exactamente el momento en que el colectivero frena de golpe en el semáforo. Todo vuelve a foja cero. Al final lo agarra, saca las monedas, todas de 10 centavos, y la mitad se le caen.
Cuando al final termina de pagar, 45 cuadras más tarde, te hiciste 4/5 de viaje parado en la puerta del bondi agarrado de las barandas (flojas) de la puerta.
Viejas de mierda y la puta que las parió ¡saquen las monedas cuando están en la parada!
Me plagiaste, Funky, aunque corregido y aumentado...
Ah... hola Funky...
Claro Mario, lo tuyo sería el caso general. El mío es el caso puntual de las viejas de mierda.
Claro, hola Marito. Qué manera de no darle bola a los buenos modales nosotros, ¿eh?
Totalmente Funky.
buenas!
Hola Marito.
A vos por calzonudo ni te saludo
(con rima y todo, estoy hecha una Belen Franchese)
Increíble que un muerto como Aldo Pedro que lo unico en su puta carrera de mierda fue DE PEDO tirarse una palomita por si acaso, y hacer un gol del orto, sea recordado por un hincha de Carupa city, que cada vez que algun crack en serio haga un gol, salga la anecdota de este muerto, tenga restaurantes con su nombre.... no se. Asi es el fobal, no?
Ohhhhhhhhhhhhhhhhh
ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
Tranquila Shegua.
Ohhhhhhhhhhhhhh
recibiste la foto, comilon!
Msé, la recibí, pero no soy el de la izquierda...
¡Soy el de al lado!
crei que me ibas a decir que eras el de la derecha... kepu t4z0s!
Jajajajaja, ¡no seas hijo de puta! El de la derecha creo que es Bitle, pero no estoy seguro...
jajajajaja no sos Pincha vos René?
...y no es carupá, es Carapa
qué te pasha Citroneta?
Ya vas a ver Bitle...
Concuerdo con la crítica hacia las viejas de mierda que efectuó mi amigo "El Tigre de la laguna Setúbal".
Un compañero del secundario solía decir que a esas viejas habría que matarlas de chiquitas.
Y me identifiqué bastante con el "abrecaminos" jajaja, para eso, y tal como puede vislumbrarse de lo que expone Mario, la mochila ayuda muchísimo. La sección eficaz del bondista alcanza niveles inimaginables si se maneja con destreza el eleménto búltico espalderil.
He dicho.
Y hoy no me la soban...
... excepto vos, claro.
Fijate. Según tengo entendido, el de la derecha sos vos, ¡puto!
PUEDEN DEJARRRRRRRRRRRRRRRR DE ROMPERRRRRRRRRRRRRR LAS PELOT*S AL MENOS POR 5 MINUTOS?????????????????
ufff necesitaba al menois escribirlo....
Un halago la coincidencia, mi estimado amigo "Avalancha del Cerro Otto".
Y si: las viejas de mierda, esas que se mandan la cola del banco en la que estás esperando hace 2 horas, esas que te miran con cara de jubilada pobrecita en la cola del super y se cuelan para pasar un Moët Chandón son las piores.
Hay que asustarlas en la calle, cosa que escarmienten.
jajajajaja me sacaron esa foto cuando estaba flaco
¡¡¡Sobre todo cuando estabas verde, hijo de puta!!!
Hablando de viejas de mierda. Mi señora siempre contaba la anécdota de una viejita que fue al banco, se acercó a la ventanilla y le dijo al cajero que quería su plata. El cajero le preguntó cuánto quería sacar y la señora le respondió, "toda". El cajero le explicó que eso equivalía a cerrar la cuenta. Se suscitó una discusión ya que no parecía ser eso lo que la viejita quería. Finalmente, con tal de que le dieran la plata, la viejita accedió. Hicieron todos los papeles, la viejita firmó y el cajero le dio la plata. La viejita la contó, la miró y se la devolvió al cajero. Este la miró sorprendido. "¿Pero usted quiere depositarla de nuevo?". Y la viejita le contestó: "Yo sólo quería verla y estar segura que seguía en el banco".
Jajajajajaj, ¡genial!
Claro que genial pero después le deposito la plata en el orto a la vieja de mierda...
Ufff, podemos seguir con la lista.
Acá en Bariló hay un decrépito geronte que camina lento como pidiéndole permiso a cada átomo del universo, no escucha y si lo hace no entiende....
.... y el turro cambió hace un par de años su auto (no me acuerdo cual, pero bastante razonable) por un Corolla cero ka eme.
Yo por las dudas, cada vez que lo veo me corro, no sea cosa que se le "relaje" la gamba y con el peso nomás lo ponga a la tabla.
Con el pique que tiene ese auto, en Mitre un sábado a la tarde... y....
...
ponele...
Diez, quince muertos, mínimo.
Y como viene la mano con esa vieja, lo más sensato era ir buscando a los herederos
Yo tengo un amigo que se sentaba en la entrada del edificio y cuando pasaba una vieja (de las de mierda o no, eso no se sabe hasta que uno la conoce a la vieja) el muy hijo de puta les ladraba y las encaraba...jajajajajajajajajajajajajalas anécdotas de las caras de las viejas son mortales.
Ya van a llegar a viejos...
ahí los quiero ver!!!!
Me rajé, ta mañá
Muchachada de a bordo, me despido hasta mañana. Que no los agarre el agua a los de Buenos Aires.
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